Toledo ha pasado a la historia con el sobrenombre de "la Ciudad de las Tres Culturas". Esto se debe a que durante siglos, convivieron de forma más o menos pacífica en su territorio las 3 grandes religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes, cada uno de ellos habitando barrios diferenciados
La judería de Toledo abarcaba la parte suroeste del peñón toledano y estaba delimitada por una muralla que la separaba del resto de la ciudad. Sus acceso principal era la puerta del Cambrón y sus límites abarcaban las calles del Angel y de San Juan de Dios entre otras
Calle de San Juan de Dios
Judería desde el paseo de San Cristóbal
Calle de Samuel Leví
Sinagoga del Tránsito
Sinagoga de Santa María la Blanca
La presencia de los judíos en Toledo es muy antigua y casi se puede confundir con sus orígenes, citando algunos autores a la comunidad judía como la fundadora de Toledo, al ser desterrados los judíos de Jerusalén por el rey persa Nabucodonosor. Estos vinieron a la península Ibérica y fundaron la ciudad llamada Toldoth, que en hebrero significa "generaciones", al estar formada esta ciudad por judíos de las 12 tribus de Israel. Por tanto, la presencia judía en Toledo se pierde en el tiempo, confundiéndose con la leyenda...
Judería desde el paseo de San Cristóbal
Esta comunidad judía habitó en Toledo hasta su expulsión definitiva en el reinado de los Reyes Católicos a finales del siglo XV. Los judíos siempre han estado relacionados con temas económicos, como prestamistas y banqueros de la corona de Castilla, como en el caso del tesorero Samuel Leví, uno de los más importantes en la corte castellana
Calle de Samuel Leví
Samuel Leví fue el promotor de la sinagoga del Tránsito, una de las dos que se conservan en la actualidad en el barrio de la Judería, junto a la de Santa María la Blanca, pero sin culto, abiertas sólo con fines culturales y turísticos
Sinagoga del Tránsito
Sinagoga de Santa María la Blanca
Las calles de la judería están llenas de placitas y rincones que rememoran su pasado judío. Sus callejones están repletos de leyendas de amores entre judías y cristianos, casi siempre con final trágico para sus protagonistas, leyendas que parecen revivir entre sus muros y cuestas, que guardan ese sabor medieval que caracteriza la judería toledana y que se respira y late sobre su empedrado callejero...
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