El Barrio Templario de Toledo

Una de las zonas más desconocidas para los turistas y visitantes de la ciudad de Toledo, incluso para muchos de sus habitantes, es la zona sur de su Casco Histórico. Cobijada bajo los muros del Alcázar, sin grandes monumentos a su alrededor, son callejones y plazas con encanto, envueltos en el misterio, que invitan a pasear por ellos en el silencio y que podemos denominar el Toledo templario. Se trata de un entramado de calles que se encuentran entre las parroquias de San Justo y San Miguel. Ésta última, fue templo de la orden templaria. Orden que desapareció en el siglo XIV, pero que dejó muchas de sus huellas en esta iglesia y en algunos rincones de su barrio, como podemos ver en el nombre de varias de sus calles y en los restos de algunos edificios ..

Iglesia de San Miguel

San Justo

Calles que nos recuerdan que en el pasado, esta zona estuvo habitada por brujas, magos y hechiceras y que encierran tras sus muros historias sobre encantamientos y rituales extraños que nunca nadie los vio, pero que nadie duda que existieron...

Callejón del Diablo



Callejón del Infierno

Calles que nos hablan de leyendas, como la de los Niños Hermosos, secuestrados por el Alcaide de la ciudad para extorsionar a su madre viuda para tener relaciones con ella, o la del Cristo de la Calavera, en la que se enfrentaron dos jóvenes amigos en duelo por el amor de una toledana a los pies de este Cristo y bajo la única luz de su candil...

Callejón de los Niños Hermosos



Calle del Cristo de la Calavera

Callejones con historias curiosas, como el callejón del Toro, el que dicen es el más estrecho de la ciudad. Y en el que cuentan que se atascó un toro con sus astas, que se había escapado de los toriles, y que en esta calle lo consiguieron reducir los toledanos gracias a la estrechez de sus muros...

Callejón del Toro

Todo un laberinto de calles llenas de magia, encanto y misterio... Un universo que descubrir, el otro Toledo, el "Toledo oculto", lleno de cuevas, pasadizos y casas encantadas... Un Toledo para pasear y perderse, preferiblemente de noche, viviendo entre sus edificios y sobre su empedrado centenario una "noche toledana"...