El convento de San Clemente es el más grande de la ciudad de Toledo, y uno de los más antiguos, ya que fue fundado por Alfonso VI en torno al año 1109. En sus inicios, la comunidad fue benedictina, pero por bula de Alejandro III del 1180, pasó a la orden cisterciense.
Siempre ha tenido privilegios reales, en gran parte por Alfonso X el Sabio, al haber nacido el día de San Clemente, concediendo a este convento la villa de Azután. También tuvo los ingresos del gravamen del mesón del Lino y la venta del vino castellano de Toledo, llegando a ser el convento más rico e influyente de toda la ciudad. A finales del siglo XVI, la comunidad pasaba de 180 religiosas.
El convento tiene restos de diferentes estilos, siendo los más antiguos los que encontramos en su claustro y sala capitular, en la que destaca el artesonado mudéjar y unas pinturas románicas descubiertas recientemente.
Claustro manierista
Restos mudéjares en el claustro
Sala capitular
Artesonado mudéjar
Pinturas románicas
Restos mudéjares en el claustro
Sala capitular
Artesonado mudéjar
Pinturas románicas
La iglesia es de estilo renacentista. Su retablo es de Felipe Vigarny y de Borgoña. Las bóvedas conservan formas góticas. En el presbiterio está enterrado el hijo del rey Alfonso VII, el infante don Fernando, en una hornacina del lado del evangelio.
A los pies de la iglesia, llama la atención el majestuoso comulgatorio de las monjas, realizado en alabastro. Este convento está lleno de tesoros como relicarios, copones, cálices, imágenes... Destacando la colcha nupcial de Carlos IV y María Luisa de Parma y ternos en seda de la fábrica de los Molero del siglo XVIII
Por último, dejamos para el final su espectacular puerta de acceso, de Alonso Covarrubias en estilo plateresco de mediados del siglo XVI
Este bello convento es sede de una de las cofradías más antiguas y con más sabor de la Ciudad Imperial, la de Nuestra Señora de la Salud, que celebra todos los años doble fiesta: para la Candelaria en febrero y el día 8 de septiembre, Natividad de la Virgen María
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